devoción privada con Dios, y para los asuntos propiamente ministeriales; desde el inicio pudieron haber dado oportunidad al desarrollo ministerial de muchos líderes laicos, y mantener una atención más equilibrada, en dirección a las necesidades de la congregación. Los problemas hubiesen sido de menor cuantía. Ningún líder cristiano debe cometer el error de tirarse sobre sus hombros toda la responsabilidad del trabajo teniendo a su lado a tantas personas, a quienes puede muy bien, delegar responsabilidades.
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